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Partes: 1, 2

en
productividad, puesto que la fructificación es más abundante. Aunque sería erróneo
comparar la rentabilidad de ambas especies, en términos absolutos, sin tener en cuenta
que la vida del mandarino es más corta que la de los naranjos.
La planta es un arbolillo de estatura pequeña de dos ó tres metros de altura, con
la copa poco extendida y muy espesa, que en las podas requiere un aclarado intenso en
las ramas. Las hojas son lanceoladas, poco desarrolladas y de color verde. Fuertemente
perfumadas, desprenden un olor penetrante fácil de reconocer. Las flores son pequeñas y
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muy blancas.
El sabor que caracteriza al fruto del mandarino se debe a los azúcares que se
sintetizan en las hojas. Como el árbol tiende por su propia naturaleza a cargarse de
follaje, si la estación discurre favorablemente, acaba sobrecargado de fruta, con lo que
la masa foliar no puede suministrar los azúcares necesarios. En estas condiciones,
aunque la cosecha pueda ser excelente por la cantidad de producto obtenido, la fruta
siempre resultará insípida. De ahí la importancia que para esta especie tienen las podas
anuales, que efectuándose para lograr un equilibrio controlado de la producción,
influyen al mismo tiempo y de un modo muy directo en la calidad de los frutos.
Los mandarinos alcanzan
distintos tamaños según las variedades, aunque
siempre son de calibre medio o pequeño, redondeadas y globosas, aplastadas en ambos
extremos. La corteza, de color rojo anaranjado, es delgada y poco adherente. Se separa
de la pulpa con gran facilidad cuando el fruto está maduro. La pulpa es rojiza,
perfumada y azucarada, de agradable sabor. Maduran de diciembre a mayo y no es
conveniente demorar la recolección puesto que los frutos se conservan poco tiempo en
el árbol.
Además de su aprovechamiento como fruto fresco estacional se utiliza también
la corteza para la extracción de los aceites esenciales, que se emplean para la
fabricación de licores.
El tamaño de los frutos está muy condicionado por el clima, pero también por el
tipo de suelo y por los cuidados culturales que reciben las plantaciones. El mandarino es
uno de los cítricos más sensibles a las condiciones ecológicas, hasta tal extremo que los
frutos no sólo presentan una gran diversidad entre las plantas de la misma variedad
cultivadas en comarcas o puntos distintos, sino que incluso cuando proceden de la
misma planta pueden modificar el calibre y el aspecto de un año a otro.
La mandarina “Clementina” se trata de un híbrido de mandarino y naranjo
granito. Apareció en los mercados europeos a mediados del siglo pasado, siendo objeto
de una excelente acogida por parte de los consumidores. A partir de entonces se
introdujo en muchas regiones mediterráneas dedicadas tradicionalmente a los agrios,
principalmente en Marruecos,Argelia, España y Córcega.
La mandarina “Clementina”, que suele encontrarse en los puntos de venta a

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mediados de octubre, está considerada como la mejor de las variedades precoces, lo que
explica que a pesar de la abundante cosecha mantenga unos precios elevados.
Esta variedad no se adapta fácilmente a unas condiciones desfavorables. En
condiciones adversas el árbol tarda en entrar en producción, y mas tarde, ya en estado
adulto, difícilmente puede mantener un rendimiento regular. Analizando el resultado
obtenido en los cultivos experimentales, en relación con las condiciones meteorológicas,
los investigadores han llegado a la conclusión de que el “Clementino” únicamente
puede proporcionar buenos rendimientos en zonas de inviernos templados y primaveras
calientes.
El fruto del “Clementino” es una pieza aplanada en el ápice y redondeada en la
base, de piel brillante, granulada y poco rugosa, de color anaranjado. La pulpa, del
mismo color, más oscuro, es tierna y perfumada, jugosa y de excelente sabor.
Esta variedad madura en octubre-noviembre.
El cultivo comercial de árboles francos de cítricos no existe en la actualidad.
Éstos deben superar un periodo de juvenilidad de cinco a siete años y hasta superior en
ocasiones a los diez años. Durante este período son muy vigorosos y desarrollan gran
cantidad de espinas, aunque no florecen y por tanto son improductivos. Todos estos
aspectos no son compatibles con una citricultura moderna y, por consiguiente, este tipo
de plantas no se utilizan. Por otra parte, algunas especies son sensibles a problemas
relacionados con el suelo, como enfermedades, alteraciones químicas, etc. Como
consecuencia, los árboles cítricos en la actualidad están formados por dos partes, el
patrón y la variedad, la segunda injertada sobre la primera, de modo que combinen entre
si las mejores características posibles, de acuerdo con el medio particular en el que se
cultiven. (Agustí, M. 2003).
La selección de patrones representa en la actualidad un aspecto de la máxima
importancia en citricultura. De la elección del patrón depende, críticamente el éxito de
la plantación, ya que éste aporta a la planta el sistema radicular. Las raíces son
responsables de la absorción de agua y nutrientes, acumulan los carbohidratos
sintetizados en las hojas, sintetizan algunas hormonas, adaptan las variedades que
soportan a las condiciones particulares del suelo y hasta les confieren tolerancia a
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algunas enfermedades. Más de veinte características hortícolas de una variedad se hallan
influidas por el patrón, incluyendo el vigor y el tamaño del árbol, el desarrollo y
profundidad de las raíces, la cosecha, tamaño, textura, calidad intrínseca y época de l
maduración del fruto, tolerancia al frío, adaptación a las condiciones del suelo, tales
como salinidad, pH y excesos de agua, comportamiento frente a nemátodos, hongos,
tolerancia a virus, etc. El patrón perfecto, sin embargo, no existe y su elección debe
estar en función de los principales factores limitantes de cada región citrícola, el clima y
el tipo de suelo, y la variedad a cultivar. Pero aún en el caso de que un patrón se
adaptara perfectamente a las condiciones de una determinada área, su empleo masivo
nunca es recomendable por el riesgo innecesario que ello implica frente a la infección
de un posible patógeno. (Agustí, M. 2003).
Uno de los problemas mas acuciantes que tienen los citricultores en las áreas
donde se ha efectuado el presente estudio es el ataque por parte de la tristeza de los
cítricos.
1.1.3 Descripción de algunas variedades de interés:
1.1.3.1 Naranjos:
Navelina
Tipo:Navel.
Árbol: tamaño mediano. Forma más o menos redondeada. Hojas de color muy oscuro.
Frutos: tamaño medio. Forma redondeada o ligeramente ovalada. Sin semillas. Pulpa
muy jugosa. Piel de color naranja intenso. Ombligo poco prominente.
Es la variedad de naranjo más resistente al frío y a la cal. Presenta tendencia a la
alternancia de cosechas. Se suele desverdizar para adelantar la recolección. Entra
rápidamente en producción, y lo hace abundantemente. Es una de las variedades más
cultivadas. De gran calidad para consumo en fresco.
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Newhall
Tipo: Navel.
Es una mutación de Washington Navel, variedad muy semejante a Navelina. En algunas
zonas se adelanta unos días respecto a ésta.
Washington Navel.
Tipo: Navel
Árbol: tamaño medio. Forma redondeada. Hojas de color oscuro, tiene tendencia a
florecer abundantemente lo que dificulta el cuajado.
Frutos: medios o grandes, esféricos o algo alargados. Color naranja. Ombligo visible al
exterior. Sin semillas.
Es una variedad de recolección temprana a media, durante un período bastante largo,
desde diciembre hasta mayo, según la zona. Es una de las variedades más cultivadas en
España y en el mundo debido a su gran calidad para consumo en fresco.
Navelate
Tipo: Navel.
Árbol: tamaño grande y vigoroso. Con espinas, especialmente en las ramas más
vigorosas. Hojas de color verde poco intenso.
Frutos: tamaño medio y forma alargada. Piel fina de color naranja pálido. Ombligo poco
visible al exterior. Sin semillas. Pulpa muy jugosa de extraordinaria calidad.
Originaria de España (Vinaroz, Castellón) procede de una mutación de Washington
Navel, el fruto de esta variedad puede mantenerse en el árbol, sin que se produzcan
mermas de calidad tres meses.
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Lane late
Tipo: Navel.
Árbol: vigoroso, hojas de color verde oscuro y follaje denso.
Fruto: muy similar al fruto de Washington Navel, con el ombligo menos pronunciado y
la corteza más fina.
Es una variedad de maduración tardía, el fruto se conserva bien en el árbol hasta finales
de mayo. Buena y constante productividad. Puede ser una variedad interesante para
prolongar el periodo de recolección.
Valencia late
Tipo: Blanca.
Árbol: vigoroso, de gran tamaño, se adapta bien a diversos climas y suelos.
Frutos: tamaño mediano. Forma redondeada. Muy pocas semillas. Zumo abundante y de
calidad. El origen de esta variedad no se conoce. Es una variedad de maduración tardía,
se recolecta en marzo, aunque se puede mantener en el árbol varios meses.
Existe una selección mejorada de esta variedad, la "Valencia Delta seedless", originaria
de Sudáfrica.
Salustiana
Tipo: Blanca.
Árbol: tamaño muy grande. Suelen salir ramas verticales vigorosas. Hojas de color
verde claro, suele presentar alternancia de cosechas
Frutos: tamaño mediano. Forma redonda-achatada. Sin semillas. Pulpa muy jugosa y
zumo muy abundante y de calidad.
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Recolección desde febrero a marzo. Se conserva bien en cámaras frigoríficas. En
árboles vigorosos se evitarán las podas intensas.
Verna
Tipo: Blanca.
Árbol: vigoroso y con buen desarrollo; puede florecer fuera de temporada.
Patrones más comunes en el cultivo del naranjo:
Citrange Carrizo y Troyer.
El Citrange Troyer fue de los primeros patrones tolerantes que se introdujo, a
parte de ser tolerante a Tristeza, es vigoroso y productivo. Posteriormente se introdujo el
Citrange Carrizo, muy similar al primero pero con algunas ventajas, considerándose
más resistente a Phytophthora spp., a la asfixia radicular, a elevados porcentajes de
caliza activa en el suelo y a nematodos, siendo las variedades injertadas sobre él más
productivas. Como sólo representa ventajas, el Carrizo ha desplazado casi totalmente al
Troyer.Tiene buena influencia sobre la variedad injertada, con rápida entrada en
producción y buena calidad de la fruta.
Son tolerantes a psoriasis, xyloporosis, “Woody Gall” y bastante resistentes a
Phytophthora spp. pero sensible a Armillaria mellea y a exocortis. Este último
inconveniente obliga a tomar precauciones para evitar la entrada de la excortis en las
nuevas plantaciones: desinfectar las herramientas de poda y recolección, utilizar
material vegetal certificado en caso de reinjertadas, etc.
Son relativamente tolerantes a la cal activa, hasta un 8-9% el Troyer y un
10-11% el Carrizo. Estos valores son aproximados y dependen de muchos otros factores
siendo favorable que las tierras hayan sido dedicadas anteriormente a regadío,
utilización del riego por goteo, buen contenido en materia orgánica del suelo, utilización
de abonos acidificantes, aportaciones periódicas de quelatos de hierro, etc. Son sensibles
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a la salinidad, no debiéndose utilizar cuando la conductividad del extracto de saturación
sea superior a los 3.000 micromhos/cm y la concentración de cloruros se encuentre por
encima de los 350 ppm. Si la salinidad es debido fundamentalmente a sulfatos, las
conductividades toleradas pueden ser superiores.
Mandarino Cleopatra.
Fue el pie tolerante más empleado, actualmente sólo se utiliza en zonas con
elevados contenidos de cal o problemas de salinidad. El vigor que induce sobre la
variedad es menor que otros pies y aunque da fruta de mucha calidad, el calibre y la piel
es más fina, factores a tener muy en cuenta en algunas variedades. Tolerante a todas las
virosis conocidas. Bastante sensible a la Phytophthora spp. y a la asfixia radicular, se
debe evitar plantar en suelos arcillosos o que se encharque. Recomendable plantarlo
siempre en alto y evitar que los emisores de riego mojen el tronco. Aunque de buenas
cualidades, las plantaciones con este patrón muestran un comportamiento irregular e
imprevisible, en algunos casos de desarrollo deficiente en los primeros años.
Poncirus trifoliata.
Muy resistente al frío, tristeza, Phytophthora spp., pero con problemas en suelos
calizos, pobres o salinos. Da mala calidad de fruto y su conducción no es fácil.
1.1.3.2 Mandarinos:
Okitsu
Tipo: Satsuma.
Árbol: más vigoroso, erecto, con espinas en los brotes vigorosos.
Fruto: grande, achatado. De buena calidad gustativa.
Muy precoz, en algunas zonas comienza su recolección en septiembre. Tolera mejor que
otras satsumas el transporte y almacenamiento. Variedad originaria de Japón donde se
obtuvo en 1914 a partir de una semilla de la variedad Miyagawa.
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Owari
Tipo: Satsuma.
Árbol: vigoroso, poblado de hojas, ramas largas.
Fruto: de tamaño medio a pequeño, con elevado contenido en zumo de color naranja
claro y con forma aplanada.
Clausellina
Tipo: Satsuma.
Árbol: escaso vigor y tendencia a floraciones abundantes los primeros años del
desarrollo.
Fruto: superior en tamaño al de la variedad Owari, pero de poca calidad.
Es precoz, su recolección puede comenzar a mediados de septiembre.
Clementina Fina
Tipo: Clementina.
Árbol: vigoroso, hojas color verde poco intenso, forma redondeada, gran densidad de
hojas.
Fruto: tamaño pequeño o medio, suele pesar entre 50 y 70 gramos. Corteza fina de color
naranja intenso. Fruto de extraordinaria calidad.
Su recolección se lleva a cabo entre noviembre y enero. Frecuentemente es preciso
realizar tratamientos para mejorar el tamaño y el cuajado.
Oroval
Tipo: Clementina.
Árbol: muy vigoroso, con muchas ramas verticales, presenta algunas espinas, hojas de
color verde intenso.
Fruto: el peso del fruto oscila entre los 70 y 90 gramos, tiene forma redondeada. La
corteza es granulosa de color naranja intenso. Fácil de pelar.
Recolección de noviembre a diciembre. Su conservación en el árbol no es
recomendable, ya que pierde zumo y tiende a bufarse.
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Clemenules
Tipo: clementina.
Árbol: vigor medio. Forma redondeada con ramas inclinadas. Hojas grandes de color
verde claro.
Fruto: tamaño grande (80-100 gramos). Forma algo achatada. Corteza de color naranja
intenso. Pulpa jugosa de muy buena calidad. Fácil de pelar.
Prácticamente sin semillas.
Recolección de noviembre a enero, después que Oroval. Variedad productiva y de
rápida entrada en producción. Los frutos se mantienen relativamente bien en el árbol.
Marisol
Tipo: Clementina.
Árbol: es vigoroso y tiene forma redondeada con tendencia a la verticalidad, de color
verde intenso.
Fruto: muy parecida a la Oroval
Es una variedad para zonas precoces, se recoge unos 15 o 20 días antes que la Oroval.
Oronules
Tipo: Clementina.
Árbol: vigoroso, con tendencia a la verticalidad.
Fruto: tamaño medio con forma ligeramente achatada. La pulpa es de muy buena
calidad, no tiene semillas.
La recolección de esta variedad puede comenzar a mediados de octubre.
Clemenpons
Tipo: Clementina.
Se originó por una mutación de la Clemenules. El árbol y el fruto son muy similares a
los de la variedad de la que procede, pero se adelanta 15 días la maduración respecto a
éste.
Patrones más comunes en el cultivo de la mandarina:
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Citrange Carrizo y Troyer.
El Citrange Troyer fue de los primeros patrones tolerantes que se introdujo, a
parte de ser tolerante a Tristeza, es vigoroso y productivo. Posteriormente se introdujo el
Citrange Carrizo, muy similar al primero pero con algunas ventajas, considerándose
más resistente a Phytophthora spp., a la asfixia radicular, a elevados porcentajes de
caliza activa en el suelo y a nematodos, siendo las variedades injertadas sobre él más
productivas. Como sólo presenta ventajas, el Carrizo ha desplazado casi totalmente al
Troyer.
Tiene buena influencia sobre la variedad injertada, con rápida entrada en
producción y buena calidad de la fruta, adelantando la maduración con respecto al
Naranjo Amargo.
Son tolerantes a psoriasis, xyloporosis, “Woody Gall” y bastante resistentes a
Phytophthora spp. pero sensible a Armillaria mellea y a Exocortis. Este último
inconveniente obliga a tomar precauciones para evitar la entrada de la exocortis en las
nuevas plantaciones: desinfectar las herramientas de poda y recolección, utilizar
material vegetal certificado en caso de reinjertadas, etc.
Son relativamente tolerantes a la cal activa, hasta un 8-9% el Troyer y un
10-11% el Carrizo. Estos valores son aproximados y dependen de muchos otros factores
siendo favorable que las tierras hayan sido dedicadas anteriormente a regadío,
utilización del riego por goteo, buen contenido en materia orgánica del suelo, utilización
de abonos acidificantes, aportaciones periódicas de quelatos de hierro, etc. Son sensibles
a la salinidad, no debiéndose utilizar cuando la conductividad del extracto de saturación
sea superior a los 3.000 micromhos/cm y la concentración de cloruros se encuentre por
encima de los 350 ppm. Si la salinidad es debido fundamentalmente a sulfatos, las
conductividades toleradas pueden ser superiores.
Mandarino Cleopatra.
Fue el pie tolerante más empleado, actualmente sólo se utiliza en zonas con
elevados contenidos de cal o problemas de salinidad. El vigor que induce sobre la
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Miles de ha.
19
90
19
91
19
92
19
93
19
94
19
95
19
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19
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19
99
20
00
20
01
20
02
20
03
20
04
variedad es menor que otros pies y aunque da fruta de mucha calidad, el calibre y la piel
es más fina, factores a tener muy en cuenta en algunas variedades. Tolerante a todas las
virosis conocidas. Bastante sensible a Phytophthora spp. y a la asfixia radicular, se debe
evitar plantar en suelos arcillosos o que se encharquen. Recomendable plantarlo siempre
en alto y evitar que los emisores de riego mojen el tronco. Aunque de buenas
cualidades, las plantaciones con este patrón muestran un comportamiento irregular e
imprevisible, en algunos casos de desarrollo deficiente en los primeros años.
1.2 Situación actual de los cítricos en el mundo.
1.2.1 Superficie cultivada.
Durante los últimos catorce años en los que se tienen datos mundiales de cultivo
del naranjo y mandarino, éstos han experimentado un ligero aumento centrado en torno
a una media de 3.836.250 ha. Concretamente, desde 1990 hasta 2004 el aumento ha sido
del 6%.
Figura 1-1. Evolución de la superficie mundial dedicada al cultivo de naranja y
mandarina durante el período 1990 – 2004.
Fuente: www.fao.org
1.2.2 Producción.
25
4100
3800
3500
3200
2900
2600
2300
2000
Años

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Miles de tn
19
90
19
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19
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98
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99
20
00
20
01
20
02
20
03
20
04
26
La producción de naranja y mandarina creció entre los años 1990 y 1997 un
32%. Posteriormente hubo una sucesión de pequeños aumentos y descensos poco
significativos en la producción.

70000
60000
50000
40000
30000
20000
10000
0

Años

Figura 1-2. Evolución de la producción mundial de naranjas y mandarinas durante el
período 1990 – 2004.
Fuente: www.fao.org

En el año 1995 España se encontraba en el sexto puesto en la escala de
productores de cítricos en el mundo. Durante los años siguientes la producción aumentó
considerablemente hasta casi duplicarse en el año 2004, estando entonces en el cuarto
puesto mundial.

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ha
Tabla 1-1. Principales países productores de cítricos (miles de tn)

Fuente: www.fao.org
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
India 1000,00 1100,00 1140,00 1290,00 1342,00 1400,00 1320,00 1440,00 1420,00 1420,00
U.S.A. 822,80 912,60
885,40
831,00 677,67
762,04
913,53 733,00
939,00
732,00
Mexico 984,11 1131,30 1126,42 1186,30 1367,50 1661,22 1594,02 1725,09 1824,89 1988,00
Italy 544,80 609,66
575,81
459,60 543,74
613,21
574,04 486,41
520,13
583,44
Spain 605,50 713,20
912,15
881,70 873,64
915,05 1024,11 933,73 1129,59 729,40
Argentina 755,60 800,65
968,76 1020,98 1042,66 1171,50 1217,67 1313,27 1236,28 1300,00
Egypt 307,55 312,41
263,77
252,53 278,64
274,48
296,27 326,59
331,44
338,13
Iran 725,65 753,96
939,70
891,37 972,00 1032,48 1038,83 1040,00 1050,00 1100,00
Turkey 418,00 401,00
Brazil 454,63 468,99
270,00
508,54
390,00 520,00
518,59 551,28
460,00
577,58
510,00 525,00
964,82 984,55
550,00
981,34
600,00
985,62
Figura 1-3. Evolución del cultivo de los cítricos en España durante los últimos cinco
años.
Fuente: Anuario de estadística agroalimentaria 2006

27
1.2.3 Situación del cultivo de cítricos en España.

En la siguiente figura y cuadro se muestra la evolución del cultivo de los cítricos
en España. Se aprecia claramente un aumento en el cultivo de la naranja y la mandarina
(principalmente en el caso de la naranja).

180.000
160.000
140.000
120.000
100.000
80.000
60.000
40.000
20.000
0
2.002
2.003
2.004
2.005
2.006
2.007
naranjo
Años

mandarino
limonero

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ha
Tabla 1-2. Evolución del cultivo de naranjo y mandarino en España durante los últimos
cinco años.
2.002
2.003
2.004
2.005
2.006
2.007
naranjo
135.579
145.072
150.094
148.493
159.805
165.103
mandarino
114.168
110.247
109.786
113.355
117.209
122.554
Figura 1-4. Evolución de la superficie destinada al cultivo de naranjas en las
principales CCAA productoras.
Fuente: Anuario de estadística agroalimentaria 2006
28
La producción de cítricos en España está centrada en Andalucía, Baleares,
Comunidad Valenciana, Canarias, Cataluña y Murcia. Algunas comunidades autónomas
tales como Galicia y Extremadura también tienen producción citrícola aunque ésta es,
por ahora, muy minoritaria.
Los siguientes gráficos ilustran la evolución de la producción de las principales
comunidades autónomas productoras de cítricos.

90.000
80.000
70.000
60.000
50.000
40.000
30.000
20.000
10.000
0
2002
2003
2004
2005
2006
2007
Años
andalucia
C. Valenciana
Cataluña
Murcia

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ha
Figura 1-5. Evolución de la superficie destinada al cultivo de mandarinas en las
principales CCAA productoras.
Fuente: Anuario de estadística agroalimentaria 2006

En lo referente a la producción estatal de naranja y mandarina, es la Comunidad
Valenciana la principal productora.

1.2.4 Distribución de variedades en España.

El cuadro siguiente muestra la distribución de variedades de naranja y mandarina
que se cultivan en España. En naranjo principalmente hay plantadas las variedades
“Navelina” y “Navelate” y en mandarino predomina claramente la variedad
“Clementina”.
29
120.000
100.000
80.000
60.000
40.000
20.000
0
2002
2003
2004
2005
2006
2007
Años
andalucia
C. Valenciana
Cataluña
Murcia

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Tabla 1-3. Distribución de variedades de naranjo y mandarino plantados en España.
Naranjos
Mandarinos
Variedad
Navelina
Navel
Navelate
ha
41988
14319
27248
Proporción
35,54%
12,12%
23,07%
Variedad
Satsumas
Clementinas
Otras
ha
9387
100189
8780
Proporción
7,93%
84,65%
7,42%
Salustiana
Otras
blancas
selectas
Blancas
comunes
Sanguinas
Verna
Valencia late
8557

1168

1868

326
1080
21576
7,24%

0,99%

1,58%

0,28%
0,91%
18,26%
Fuente: Anuario de estadística agroalimentaria 2006

1.2.5 Evolución de los precios en origen.

Para el caso de las naranjas, desde el año 1990 hasta el 2005, ha habido una serie
de subidas y bajadas de precios en origen.
30

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€/100kg
19
90
19
91
19
92
19
93
19
94
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95
19
96
19
97
19
98
19
99
20
00
20
01
20
02
20
03
20
04
20
05
€/100kg
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90
19
91
19
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19
93
19
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95
19
96
19
97
19
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19
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5

0

Figura 1-6. Evolución del precio de la naranja en origen desde 1990 hasta 2005.
Fuente: Anuario de estadística agroalimentaria 2006

Para el caso de las mandarinas, el incremento del precio en origen es mas
acusado que en el caso de la naranja.

35

30

25

20

15

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5

0

Figura 1-7. Evolución del precio de la mandarina en origen desde 1990 hasta 2005.
Fuente: Anuario de estadística agroalimentaria 2006

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1.2.6 Evolución de los rendimientos de cultivo.

La evolución del rendimiento de cultivo en el caso de la naranja ha sido mas
bien estable. Para el caso de la mandarina, el rendimiento ha sido bastante inestable
aunque siempre entre los 150 qm/ha y los 250 qm/ha.
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qm/ha
19
90
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91
19
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19
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19
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19
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00
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01
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20
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20
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qm/ha
1993
1996
1997
1990
1991
1992
1994
1995
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
2005
Figura 1-8. Evolución de los rendimientos de cultivo en naranja desde 1990 hasta
2005.
Fuente: Anuario de estadística agroalimentaria 2006
Figura 1-9. Evolución de los rendimientos de cultivo en mandarina desde 1990 hasta
2005.
Fuente: Anuario de estadística agroalimentaria 2006
1.3 Necesidades de agua y programación de riegos en cultivos de cítricos.
El cultivo de los cítricos en la región mediterránea está sometido a los caprichos
del clima, uno de cuyos elementos, la pluviometría, se caracteriza no solamente por su
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50
100
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insuficiencia, sino por su irregularidad. A esta deficiencia pluviométrica hay que añadir
las temperaturas elevadas de los meses de verano y la débil humedad relativa del aire
cuando soplan los vientos cálidos saharianos.
El clima mediterráneo se caracteriza por dos estaciones diferenciadas:
1. Una estación lluviosa y relativamente fresca desde finales de octubre hasta el
final del invierno.
2. Una estación seca con temperaturas en ocasiones elevadas que cubre el periodo
del mes de abril hasta finales de septiembre.
Es durante este último periodo cuando la actividad vegetativa de los árboles es
más importante. El efecto de las lluvias invernales es constituir en el suelo una reserva
de agua, ya que las lluvias primaverales y en ocasiones estivales son netamente
insuficientes para mantener en un correcto nivel la humedad necesaria para la nutrición
de los árboles. En tales condiciones el cultivo comercial de los cítricos no se puede
concebir sin el apoyo del riego.
En la mayor parte de las regiones agrícolas del clima mediterráneo, las
precipitaciones anuales son claramente inferiores a las necesidades de los cultivos de
cítricos. Además, la mayor parte tienen lugar en la época invernal, en el que las
temperaturas son relativamente bajas y por lo tanto no son favorables para la actividad
vegetativa de los cítricos.
Hasta los primeros días de primavera, cuando las temperaturas se elevan
progresivamente, el árbol no reinicia su actividad vegetativa. El suelo, entonces bien
provisto de agua (se comporta como una reserva), pone a disposición del árbol el agua
necesaria para la absorción de sales minerales. Pero al final de la primavera, después de
uno o dos meses sin precipitación, la humedad del suelo no es suficiente para asegurar
la nutrición de los árboles. El agricultor debe paliar esta deficiencia con la práctica de
los riegos si quiere mantener los árboles en actividad vegetativa intensa, lo que
aumentará la productividad de la plantación. (Loussert, 1992).
Las necesidades de riego se refieren a la cantidad de agua y al momento de su
35

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aplicación con objeto de compensar el déficit de humedad del suelo durante el período
vegetativo del cultivo dado. Estas necesidades de riego quedan determinadas por la
evapotranspiración del cultivo menos el agua que han aportado las precipitaciones, las
aguas subterráneas, la acumulación de agua en el suelo debido a anteriores
precipitaciones o aportaciones de aguas superficiales o subterráneas. Se expresan en
milímetros por período vegetativo (una estación, un mes, un día, etc.),a efectos de
planificación global y de evaluación del balance hídrico de la cuenca, del proyecto o del
campo. Referidos a toda la superficie cultivada, forman la base para determinar el
suministro de agua necesario y la idoneidad de las aguas disponibles. Se expresan en
forma de un plan de riego en dosis de riego o en intervalos entre dos riegos, a efectos de
manejo y del proyecto (mm y días). (Doorenbos y Pruitt; 1990).

El riego no es nunca eficaz en un cien por ciento, hay que dejar un margen para
tener en cuenta las pérdidas evitables e inevitables, entre ellas la percolación profunda,
la escorrentía superficial y otros defectos de explotación o técnicos. Normalmente se
expresa la eficiencia de aplicación del riego (Ea) en fracciones o porcentajes de las
necesidades de riego netas (In).
NRb = NRn / Ea
siendo:
NRn
NRb
Ea
Necesidades de riego netas
Necesidades de riego brutas
Eficiencia de aplicación
El período o intervalo de tiempo con arreglo al cual se haga el balance hídrico es
importante. Unos periodos demasiado largos pueden encubrir la existencia de breves
fases de escasez de agua. En cambio, los cálculos sobre periodos demasiado cortos
pueden resultar poco prácticos.

1.3.1 El método FAO-56

36

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La FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la
Alimentación) lleva desarrollado métodos para estima el coeficiente de cultivo desde la
aparición en 1977 de la publicación de la Serie de Riego y Drenaje de la FAO No. 24
“Las necesidades de agua de los cultivos”. Desde la aparición de esta publicación en
1977, los avances en investigación y la disponibilidad de cálculos más precisos del uso
del agua por los cultivos, indicaron la necesidad de actualizar las metodologías de la
FAO para el cálculo de ETo. Así se llegó, en 1998, a la publicación de la Serie de Riego
y Drenaje de la FAO No. 56. Esta publicación incluye el método Penman-Monteith un
método de cálculo para estimar la evapotranspiración de un cultivo mucho mas preciso
que los anteriores. Según este método, la evapotranspiración que tiene lugar en una
superficie cultivada puede se puede medir directamente a través de los métodos de
transferencia de masa o del balance de energía. También se puede obtener la misma a
partir de estudios del balance de agua en el suelo en campos cultivados o a través de
lisímetros. Por otra parte, la evapotranspiración de un cultivo puede se puede estimar a
partir de datos meteorológicos y del cultivo utilizando la ecuación de Penman-Monteith.
Dicha ecuación se escribe a continuación:
Rn: Radiación neta
G: Flujo de calor en el suelo
(es-ea): Déficit de presión de vapor de aire.
?a: Densidad media del aire a presión constante.
cp: Calor específico del aire.
?: Pendiente de la curva de presión de vapor de saturación.
?: Constante psicrométrica.
rs y ra: Resistencias superficial (total) y aerodinámica.

Se puede inferir la tasa de evapotranspiración ajustando el valor de albedo y las

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resistencias aerodinámicas y de la superficie del cultivo, para representar las
características de crecimiento del mismo. Sin embargo, los valores de albedo y las
resistencias mencionadas son difíciles de estimar con precisión debido a su variabilidad
durante la temporada de crecimiento del cultivo. Debido a la falta de información fiable
sobre los valores de resistencia aerodinámica y de resistencia de la vegetación,
correspondientes a distintas superficies cultivadas, la ecuación de Penman-Monteith se
utiliza en este manual solamente para la estimación de ETo, es decir la
evapotranspiración que ocurre a partir de una superficie hipotética de un cultivo de
césped, bien regado, la cual considera valores fijos de altura del cultivo, el albedo y la
resistencia de la superficie.
De acuerdo con el enfoque del coeficiente del cultivo, la evapotranspiración del
cultivo ETc se calcula como el producto de la evapotranspiración del cultivo de
referencia, ETo y el coeficiente del cultivo Kc:
ETc = Kc · ETo
ETc: evapotranspiración del cultivo [mm d-1],
Kc: coeficiente del cultivo [adimensional],
ETo: evapotranspiración del cultivo de referencia [mm d-1].
La mayoría de los efectos de los diferentes factores meteorológicos se
encuentran incorporados en la estimación de ETo. Por lo tanto, mientras ETo representa
un indicador de la demanda climática, el valor de Kc varía principalmente en función de
las características particulares del cultivo, variando sólo en una pequeña proporción en
función del clima. Esto permite la transferencia de valores estándar del coeficiente del
cultivo entre distintas áreas geográficas y climas. La evapotranspiración del cultivo de
referencia ETo se define y calcula a través de la ecuación de la FAO Penman-Monteith.
El coeficiente del cultivo es básicamente el cociente entre la evapotranspiración del
cultivo ETc y la evapotranspiración del cultivo de referencia, ETo, representando el
efecto integrado de cuatro características principales que diferencian a un cultivo en
particular del cultivo del pasto de referencia. Las características mencionadas son las
siguientes:
1. Altura del cultivo. La altura del cultivo tiene influencia en el valor de la
38

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resistencia aerodinámica, ra, de la ecuación de Penman-Monteith, así como en la
transferencia turbulenta del vapor del agua desde el cultivo hacia la atmósfera.
El término ra aparece en dos oportunidades en la versión completa de la ecuación
de la FAO Penman-Monteith.
2. Albedo (reflectancia) de la superficie del cultivo y suelo. El valor del albedo
depende de la porción del suelo cubierta por la vegetación, así como por la
humedad presente en la superficie del suelo. El albedo de las superficies del
cultivo y suelo afectan el valor de la radiación neta de la superficie, Rn, la cual
constituye la fuente principal de energía para el proceso de evapotranspiración.
3. Resistencia del cultivo. La resistencia del cultivo a la transferencia del vapor de
agua depende del área foliar (cantidad de estomas), edad y condición de la hoja,
así como por el grado de control estomático. La resistencia de la vegetación
tiene influencia en el valor de la resistencia de la superficie, rs.
4. Evaporación que ocurre en el suelo, especialmente en la parte expuesta del
mismo.
La humedad presente en la superficie del suelo, así como la fracción del suelo
cubierta por la vegetación, tienen influencia sobre el valor de la resistencia de la
superficie (rs). Inmediatamente después de humedecer un suelo, la tasa de transferencia
de vapor de agua desde el suelo es alta, especialmente en los casos donde existe una
cobertura parcial del suelo por parte de la vegetación. La suma de las resistencias
ofrecida por la vegetación y el suelo representan la resistencia de la superficie (rs). En la
ecuación de Penman-Monteith, el término resistencia de la superficie representa la
resistencia al flujo del vapor de agua que ofrecen las hojas de las plantas y la superficie
del suelo.
1.3.1.1 Factores que determinan el coeficiente de cultivo.
El coeficiente del cultivo integra los efectos de las características que distinguen
a un cultivo típico de campo del prado o césped de referencia, el cual posee una
apariencia uniforme y cubre completamente la superficie del suelo. En consecuencia,
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distintos cultivos poseerán distintos valores de coeficiente del cultivo. Por otra parte, las
características del cultivo que varían durante el crecimiento del mismo también
afectarán al valor del coeficiente Kc. Por último, debido a que la evaporación es un
componente de la evapotranspiración del cultivo, los factores que afectan la evaporación
en el suelo también afectarán al valor de Kc.
Tipo de Cultivo
Debido a las diferencias en albedo, altura del cultivo, propiedades
aerodinámicas, así como características de los estomas y hojas de las plantas, se
presentarán diferencias entre la evapotranspiración de un cultivo bien desarrollado y
regado y la de referencia ETo. Las especies que presentan estomas solamente en la parte
inferior de la hoja y/o que presentan gran resistencia en las hojas, presentarán valores
relativamente menores de Kc. Este es el caso de los cítricos. El control a la transpiración
y el espaciamiento entre árboles, puede causar que el valor de Kc en los mismos sea
menor a uno, si se cultivan en ausencia de un cultivo que cubra el suelo.
Clima
Las variaciones en la velocidad del viento afectan el valor de la resistencia
aerodinámica de los cultivos y por lo tanto los valores del coeficiente del cultivo,
especialmente en aquellos cultivos que posean una altura significativamente mayor a la
del cultivo hipotético del césped. La diferencia entre la resistencia aerodinámica del
césped de referencia y la de otros cultivos agrícolas es no sólo específica del tipo de
cultivo, sino que depende además de las condiciones climáticas y la altura del cultivo.
Debido a que las propiedades aerodinámicas son más pronunciadas en la mayoría de los
cultivos agrícolas, al compararse con el césped de referencia, el cociente entre ETc y
ETo (es decir Kc), aumenta en la mayoría de los cultivos cuando la velocidad del viento
aumenta y cuando la humedad relativa disminuye. En condiciones de una mayor aridez
climática y de una mayor velocidad del viento, los valores de Kc aumentan. Por otro
lado, en climas húmedos y en condiciones de velocidades del viento bajas, los valores
40

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de Kc disminuyen.
Evaporación del suelo:
Las diferencias en la evaporación del suelo y la transpiración del cultivo, que
existen entre los cultivos de campo y el cultivo de referencia, están incorporados en el
coeficiente del cultivo. El valor del coeficiente Kc para cultivos que cubren
completamente el suelo refleja principalmente las diferencias en transpiración, debido a
que la evaporación que ocurre en el suelo es relativamente pequeña. Después de un
evento de lluvia o riego, el efecto de evaporación es predominante cuando el cultivo es
pequeño y sombrea escasamente el suelo. En esas condiciones de poca cobertura, el
coeficiente Kc está determinado principalmente por la frecuencia con la cual se
humedece la superficie del suelo. Cuando el suelo se encuentra humedecido la mayoría
del tiempo debido al riego o la lluvia, la evaporación en el suelo será significativa y el
valor de Kc puede exceder a la unidad. Por otro lado si la superficie del suelo está seca,
la evaporación será restringida, traduciéndose en un valor de Kc pequeño, pudiendo
incluso alcanzar valores tan bajos como 0,1.
Bajo condiciones de humedad alta y vientos suaves, el valor de Kc es menos
dependiente de las diferencias en los componentes aerodinámicos incluidos en ETc y
ETo, por lo que los valores de Kc para cultivos agrícolas con cobertura completa no
excederán a 1,0 por más de un valor de 0,05. Esto es debido a que tanto los cultivos
agrícolas de cobertura completa como el cultivo de referencia del pasto absorben la
cantidad máxima posible de radiación de onda corta, la cual es la fuente principal de
energía para el proceso de evaporación en condiciones húmedas y de vientos suaves.
Además los valores de albedo son similares para una amplia gama de cultivos agrícolas
de cobertura completa, incluyendo al cultivo de referencia. Debido a que el déficit de
presión de vapor (es – ea) es pequeño en condiciones de humedad alta, las diferencias en
ET, causadas por diferencias en resistencia aerodinámica, ra, entre el cultivo agrícola y
el de referencia, también son pequeñas, especialmente con velocidades del viento
suaves a moderadas.
Bajo condiciones de aridez los efectos generados por las diferencias en ra entre el
41

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cultivo agrícola y el césped de referencia en el valor de ETc serán más pronunciados,
debido a que el término (es – ea) es relativamente grande. Mientras mayor sea el valor de
(es – ea), mayor será la diferencia en el componente aerodinámico incluido en el
numerador de la ecuación de Penman-Monteith, tanto para el cultivo agrícola como para
el cultivo de referencia. Por lo tanto el valor de Kc será mayor en condiciones de aridez,
en los casos en que el cultivo agrícola posea una mayor área foliar y una mayor
rugosidad que el cultivo de referencia. Debido a que el término 1/ra en el numerador de
la ecuación de Penman-Monteith viene multiplicado por el déficit de presión de vapor
(es – ea), el valor de ET para cultivos altos se incrementará proporcionalmente en un
mayor grado con respecto a ETo, que en el caso de cultivos de baja altura cuando la
humedad relativa es baja. El valor de Kc para cultivos altos, tales como los de 2 a 3
metros de altura, pueden ser hasta un 30% superiores en condiciones de vientos fuertes
y climas áridos, que en el caso de climas húmedos y vientos suaves. Este incremento de
Kc es debido a la influencia de la mayor rugosidad aerodinámica del cultivo de mayor
altura, comparada con la del cultivo de referencia, a la transferencia de vapor de agua
desde de la superficie.

Etapas del crecimiento del cultivo

A medida que el cultivo se desarrolla, tanto el área del suelo cubierta por la
vegetación como la altura del cultivo y el área foliar variarán progresivamente. Debido a
las diferencias en evapotranspiración que se presentan durante las distintas etapas de
desarrollo del cultivo, el valor de Kc correspondiente a un cultivo determinado, también
variará a lo largo del período de crecimiento del mismo. Este período de crecimiento se
puede dividir en cuatro etapas: inicial, de desarrollo del cultivo, de mediados de
temporada y de final de temporada. En la siguiente figura se ilustra la secuencia general
y la proporción de cada una de las etapas de crecimiento mencionadas, correspondiente
a diferentes tipos de cultivos.
42

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Figura 1-10 Etapas de desarrollo de los diferentes cultivos
Fuente: Cuaderno 56, serie Riego y Drenaje FAO
1.3.2 El balance de agua.
La mayor parte del agua consumida por una plantación de cítricos, como ocurre
en las plantaciones frutales en general, resulta de la combinación de dos procesos:
evaporación a la atmósfera a través del proceso de transpiración, y evaporación desde la
superficie del suelo. Desde este punto de vista, se considera la plantación formada por
los árboles y la superficie del suelo, que puede estar desnuda o cubierta de hierba,
ocurriendo los procesos de transpiración y evaporación simultáneamente englobándose
en la evapotranspiración.
La cuantificación de la evapotranspiración ha sido objeto de numerosos estudios.
En un inicio, para medir la evapotranspiración, los datos se obtenían directamente por
pesada, sin embargo, debido al alto coste de los lisímetros y a la laboriosidad de su
montaje y mantenimiento, se pusieron en marcha otras técnicas de medición indirecta,
entre las que se encuentra el balance hídrico del suelo. Sobre la utilidad y limitaciones
43

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de los diversos métodos desarrollados para medir la evapotranspiración existe una muy
abundante documentación. El método del balance hídrico del suelo ha sido utilizado
ampliamente en numerosos cultivos, entre ellos los cítricos en los que se ha intentado
cuantificar la evapotranspiración para plantaciones de almendros en riego por goteo y en
otras especies, con el objeto de conseguir un adecuado manejo de las reservas de agua
disponibles.
La metodología para el cálculo de las necesidades hídricas cuando se emplea
riego por goteo se ha desarrollado a partir de la utilizada en riego convencional por
superficie, en el que se humedece prácticamente toda la superficie del suelo
(Doorembos y Pruitt, 1977), aunque teniendo en cuenta las características técnicas que
diferencian al riego por goteo: menor evaporación directa, al no humedecerse toda la
superficie del suelo; mayor transpiración del cultivo, debido a una mas fácil
disponibilidad de agua en los bulbos húmedos y mayor evaporación, causada por los
efectos de microadvección del suelo seco que rodea los árboles. En general, se aplica un
coeficiente de corrección relacionado con el porcentaje de suelo sombreado por el
cultivo.
El balance hídrico se fundamenta en que el fenómeno de evapotranspiración se
produce a expensas del agua almacenada en la zona radical, la cual proviene del riego o
de las precipitaciones. Por esto, la determinación de las necesidades hídricas proviene
del conocimiento exacto de los distintos componentes del balance de agua en el suelo.
El balance hídrico se realiza mediante la ecuación de conservación de la masa:
ET = P + I -?S – D – R
donde ET es la evapotranspiración, P es la precipitación efectiva, I es el riego aplicado,
?S es la variación de stock hídrico entre dos fechas, DD es el drenaje por debajo del
perfil y R es la escorrentía.
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Figura 1-11 Balance de agua de la zona radicular.
Fuente: Cuaderno 56, serie Riego y Drenaje FAO
1.3.3 Programación de riegos en los cultivos de cítricos.
Programación basada en la valoración del balance hídrico del conjunto suelo-
planta atmósfera.
Son los más exactos para programar el riego. Se basan en el estudio de la
ecuación del balance hídrico del agua en el conjunto suelo-planta-atmósfera.
Antes de aportar el agua de riego, la reserva (Aw) habrá ido disminuyendo
(generalmente) dado que normalmente las pérdidas superan a las entradas. El límite de
días que podemos dejar transcurrir sin regar estará fijado por el NAP (Nivel de
Agotamiento Permisible) que hayamos estimado. Antes de regar NAP = Aw, y después
Aw = 0 Cuando se programa el riego en base al balance hídrico, se adopta un periodo en
el que Aw = 0. Del resto de los elementos que intervienen, el más determinante va a ser
el cálculo de la ETc. La ascensión capilar y la escorrentía superficial suelen tener escasa
influencia salvo en circunstancias muy concretas, luego no supone un grave error
prescindir de ellos. La percolación profunda puede evitarse con un adecuado sistema de
riego. La precipitación efectiva es la fracción de lluvia que realmente se pone a
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disposición de la planta: se puede estimar a partir de la precipitación total pudiendo
hacerse con un margen de error. Los datos básicos para la programación del riego
mediante este método son:

1.- Clima: los que requiere la fórmula seleccionada para el cálculo de ETo: datos de
precipitación para poder determinar la precipitación efectiva.

2.- Suelo: los precisos para poder determinar el agua útil y el nivel de agotamiento
permisible. Los ordinarios son la profundidad del suelo, textura, estructura, volumen de
agua en capacidad de campo y en punto de marchitez.

3.- Cultivo: los necesarios para establecer el NAP, la profundidad de las raíces z y el
descenso de humedad admisible en cada etapa de su ciclo de crecimiento y desarrollo.
Figura 1-12. Ejemplo de gráfico de programación de riegos para un cultivo de cítricos
elaborado con el programa CropWat de la FAO.
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1.4 El riego deficitario controlado (RDC) en cítricos.
1.4.1 Visión general del RDC:
La escasa disponibilidad de recursos hídricos, unido a los altos costes del riego,
obliga a adoptar cambios drásticos en el manejo de éste, al objeto de contribuir a la
obtención de producciones económicamente rentables, con dotaciones hídricas
inferiores a las que los árboles requieren para su óptimo crecimiento y producción. Para
ello resulta fundamental conocer los efectos del déficit hídrico sobre la producción y la
calidad de la cosecha, conocimiento que se viene buscando a través de la aplicación de
prácticas de riego en las que sólo una fracción del agua perdida a través del proceso de
evapotranspiración (ETc) es reemplazada mediante el riego, y que han sido englobadas
dentro del término Riego deficitario.
El RDC es una estrategia de aplicación de agua que se basa en la idea de
reducir los aportes hídricos en aquellos periodos fenológicos en los que un déficit
hídrico controlado no afecta sensiblemente a la producción y calidad de la cosecha y de
cubrir plenamente la demanda de la planta durante el resto del ciclo de cultivo
(Sanchez-Blanco, Mª. J. Torrecillas,A. 1995).
1.4.1.1 Breve descripción de la fenología de los cítricos.
Antes de continuar explicando el RDC, conviene hacer una breve explicación
de los estados fenológicos de los cítricos. Podemos distinguir tres fases principales a lo
largo del año:
FASE VEGETATIVA:
El período de actividad vegetativa es el comprendido entre los primeros
síntomas de actividad a finales de invierno o a principios de primavera y el final de esa
actividad en el otoño ya avanzado, siempre dependiendo de la latitud en la que nos
encontremos.
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Durante este período el árbol realiza intensamente todos sus procesos
fisiológicos y ello se traduce exteriormente en el desarrollo vegetativo de brotes y
ramos, así como en el engrosamiento de ramas y tronco además de la aparición de flores
y frutos. A lo largo de este período los elementos presentes en cada momento en la parte
aérea del árbol (yemas, brotes, flores, frutos, etc.), muestran un aspecto exterior
diferente. Este aspecto se denomina estado fenológico.
Es a partir de las yemas florales desde donde se origina el proceso de floración
y fructificación.
El primer síntoma externo y apreciable de que la actividad vegetativa ha
comenzado es la hinchazón de las yemas (Estado fenológico 01, según codificación
BBCH) junto con otros cambios morfológicos que se acelerarán a medida que avanza la
primavera hasta que se produce la aparición de las primeras hojas y del tallo inicial.
Debido a las temperaturas en ascenso, la mayor insolación y en general las
condiciones ambientales idóneas, se acelera el crecimiento en longitud de los brotes, la
aparición y desarrollo de hojas y la formación de yemas axilares. Este crecimiento se
llama crecimiento de primavera y termina cuando las temperaturas alcanzan en pleno
verano valores muy altos (35-40 ºC).
Al finalizar el verano las condiciones ambientales vuelven a ser adecuadas para
el crecimiento y se produce la brotación de otoño o rebrote, que se alargará hasta los
primeros fríos otoñales y da origen al crecimiento de otoño o segundo crecimiento, cuya
intensidad es menor que la de primavera y termina con la parada otoñal.
Progresivamente el árbol inicia su reposo invernal de nuevo. Con ello el
período de actividad vegetativa termina y el ciclo anual se reinicia.
FASE REPRODUCTIVA:
Florece en primavera, aunque a veces produce flores extemporáneamente. Las
yemas de flor, en su evolución, van pasando por una serie de sucesivos estados
fenológicos. Los principales son:
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Tabla 1-4. Estados fenológicos en la evolución del fruto.

Fuente: www.agroinformacion.com
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Figura 1-13 Principales estados fenológicos
Fuente: www.agroinformación.com
Durante el proceso de floración se produce la polinización, germinación del
polen, crecimiento del tubo polínico fecundación y cuajado del fruto. El proceso
completo dura entre diez y veinticinco días y al final del mismo la flor se ha
transformado en fruto.
FASE DE MADURACIÓN:
La maduración del fruto ocurre una vez ha alcanzado éste su tamaño definitivo,
produciéndose las transformaciones físico-químicas que definen su sabor, color, olor y
restantes características.
Al finalizar la maduración, el fruto se recoge y consume, se desprende del
árbol o se pudre.
En general los frutos empiezan a madurar en noviembre y suelen aguantar
hasta marzo y abril, pero cada variedad de naranjo presenta una fecha de maduración
50

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determinada que puede o no coincidir con el resto de las variedades.
Actualmente, gracias a los estudios de riego en cítricos (Sanchez-Blanco, Mª. J.
Torrecillas, A. 1995), realizados en distintas áreas de producción, se considera de la
mayor importancia satisfacer los requerimientos hídricos del cultivo durante la etapa de
floración y cuajado, ya que un déficit hídrico durante esta fase crítica ocasionaría un
aumento de caída de flores y frutos pequeños, con la consiguiente pérdida de
producción. También es esencial durante este período una adecuada fertilización, en
especial de nitrógeno, siendo necesario disponer de un contenido de humedad en el
suelo adecuado para que los nutrientes puedan ser fácilmente asimilados por el árbol.
Durante este periodo, el manejo correcto de ambos factores de producción puede inducir
a una menor caída de flores y pequeños frutos.
Un segundo período crítico coincide con la fase de rápido crecimiento del fruto
(Fase II), donde la ocurrencia de déficits de agua conlleva un aumento de la caída de
frutos, en especial al inicio de ella, además de provocar un retraso en el ritmo de
desarrollo del fruto. Los efectos del régimen de riego durante la fase de estabilización
del crecimiento (Fase III), período previo a la cosecha, tanto sobre la producción como
la calidad, son mas inciertos.
51

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Figura 1-14 Fases de crecimiento del fruto en Australia
Fuente: Domingo, R. Ruiz-Sanchez, Mª.C. (1994). Respuesta de los cítricos a riego
deficitario. Limonero.
1.4.2 Efecto del déficit hídrico sobre la fisiología de los frutales.
Cuando el nivel de humedad del suelo es deficiente, puede convertirse en un
factor limitante para la producción, además puede constituir un problema para el
correcto desarrollo vegetativo del cultivo. Decimos que un árbol frutal experimenta un
periodo de estrés cuando el aporte de agua se encuentra por debajo de las necesidades
hídricas del cultivo. Por este motivo, la raíz va a ir reduciendo de forma progresiva la
absorción de agua hasta su cese total si las condiciones de sequedad persisten
(Domingo, R. y Ruíz-Sánchez Mª. C. 1994).
En circunstancias de carencia de agua, las hojas van a experimentar una
disminución en su potencial hídrico, el cual puede ser un buen indicador del nivel de
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estrés que puede sufrir un árbol.
Cuando las condiciones de carencia hídrica se alargan, se produce un
incremento en el nivel de ácido abscísico en hojas, llegando a tener lugar el
desprendimiento de éstas, precedido de un amarilleamiento
y marchitamiento. (Domingo, R. y Ruíz-Sánchez Mª. C. 1994).
Van a verse afectados igualmente toda una serie de procesos tales como el
crecimiento longitudinal de los brotes, el crecimiento radial de estructuras lignificadas
(tronco, ramas, ramos) y el volumen del fruto. Otro efecto importante es la caída de
frutos, lo que incide negativamente en la producción.
Otro de los procesos que pueden verse afectados, y sobre todo por la falta de
eficacia en el aparato foliar, es la inducción floral de las yemas, ésta puede retrasarse o
incluso llegar a disminuir. Además, las yemas diferenciadas pueden presentar una serie
de anomalías como filodia, pistilos dobles o ginoesterilidad morfológica. Por todo ello
se está comprometiendo la producción del año siguiente (Domingo, R. y Ruíz-Sánchez
Mª. C. 1994).
Las plantas arbóreas pueden algunas veces atenuar en parte los efectos
ocasionados por la deficiencia hídrica, por medio de alcanzar el agua existente en las
profundidades del suelo, a través de sus raíces. Otra forma de sobreponerse a estos
efectos es por medio de la traslocación del agua contenida en los frutos hacia los brotes
y hojas. No obstante, esta es una medida de supervivencia por parte de la planta,
teniendo un efecto negativo sobre lo que pretendemos en una plantación frutícola, que
es obtener el máximo rendimiento y calidad de fruta. (Domingo, R. y Ruíz-Sánchez Mª.
C. 1994).
1.4.3 Factores que condicionan la elaboración de estrategias de RDC:
Para el establecimiento de este tipo de estrategias, tendremos que tener en
cuenta toda una serie de factores que pueden condicionar de forma importante su
viabilidad. Sánchez-Blanco y Torrecillas (1995) enumeran las siguientes:
53

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Periodos críticos del cultivo:
Son aquellas fases fenológicas en la que el desarrollo de una situación de estrés
hídrico puede afectar considerablemente a la producción y/o calidad de la cosecha, por
tanto, y según se ha señalado en el concepto de RDC antes expuesto, la aplicación de
agua durante estos periodos críticos será plena en relación a las necesidades hídricas del
cultivo en estas fases (Sánchez-Blanco y Torrecillas, 1995).
Por tanto, uno de los aspectos esenciales en la adopción de técnicas de RDC es
la programación del riego en aquellas fases en las que la reducción o supresión de los
aporte hídricos no va a afectar de modo significativo a la producción. No obstante, hay
que tener en cuenta, no sólo los momentos de alta incidencia de dicho estrés, sino
también la magnitud y la duración de éste, ya que a largo plazo podría tener una serie
de efectos no deseables. Es decir, se podrían derivar situaciones de estrés acumulado de
efectos trascendentales. Existen estudios que certifican el hecho de que la supresión
total del riego en momentos no críticos puede ser no recomendable por todas estas
causas descritas anteriormente (Sánchez-Blanco y Torrecillas, 1995).
En definitiva, es conveniente realizar para cada cultivo y para cada situación
ecológica, los pertinentes ensayos que nos permitan conocer las respuestas que
experimentan los diferentes cultivos de cara a la adopción de este tipo de métodos, por
las repercusiones económicas que ello conlleva y el importante ahorro de recursos
hídricos que puede suponer (Sánchez-Blanco y Torrecillas, 1995).
Por tanto, en aquellas condiciones donde la disponibilidad de agua sea limitada
en insuficiente para nuestros cultivos, resulta ventajoso disponer de un plan de acción
que nos permita administrar adecuadamente el agua, tal que podamos cubrir plenamente
las demandas hídricas de la plantación en aquellos momentos determinados como
críticos para el cultivo y distribuir el resto del agua durante los demás periodos de tal
manera que se evite en la medida de lo posible la aparición de un déficit hídrico
trascendente. (Sánchez-Blanco y Torrecillas, 1995).
Resulta difícil señalar los periodos críticos concretos de cada cultivo. No existe
mucha bibliografía sobre este punto en concreto. Algunos autores vienen a identificar
como periodos de máxima sensibilidad al déficit hídrico algunos momentos fenológicos
54

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concretos y frecuentemente asociados con algunos periodos de crecimiento del fruto.
Así por ejemplo, ensayos realizados en limonero (cv. Verna) sobre naranjo
amargo en riego por superficie con cuatro riegos al año (marzo, julio. septiembre y
noviembre) (T-1), frente a árboles regados todos los meses (T-2) y árboles regados todos
los días por goteo, encontraron una mas intensa y temprana floración en el T-1
(Sánchez-Blanco y Torrecillas, 1995). Igualmente indican que un déficit hídrico durante
la fase II de rápido crecimiento indujo una velocidad de crecimiento menor, obteniendo
producciones significativamente mas bajas (50%) en el tratamiento T-1, por lo que esta
fase resulta mas crítica a la falta de agua, ya que se produce un claro retraso y
disminución del tamaño comercial del limón.
Actualmente aún existen divergencias entre los diferentes investigadores con
respecto a este punto.
Nivel de coincidencia entre crecimiento vegetativo y crecimiento productivo:
Resulta esencial, ante la aplicación de estrategias de RDC, conocer en cada
cultivo cuándo tiene lugar tanto el crecimiento vegetativo como el crecimiento
productivo, y además qué nivel de coincidencia existe entre uno y otro. Una clara
separación entre ambos puede definir la idoneidad de un cultivo para ser utilizado de
acuerdo a este tipo de estrategias.
La separación natural entre los periodos durante los cuales los tejidos y los
órganos de los frutales crecen activamente, da la posibilidad de inhibir un órgano, un
tejido, o un fenómeno sin afectar seriamente a otros. En términos de demanda de
glúcidos, existe una separación nítida entre los primeros periodos activos de crecimiento
vegetativo y de crecimiento frutal en muchos cultivos arbóreos. Esto favorece la
aplicación de estrategias de RDC capaces de controlar el crecimiento vegetativo sin
reducción en el crecimiento del fruto.
De esta forma, durante el periodo de brotación y desarrollo de ramos, si
reducimos los aportes hídricos podemos limitar este proceso para atender plenamente
las demandas hídricas de la planta durante el desarrollo del fruto, sin limitar el tamaño
final del mismo. Un exceso de vigor en el árbol, podría inducir mermas en la
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fructificación.
Torrecillas et al. (1993) señalan que en limonero el crecimiento rápido del
fruto se inicia cuando ya ha tenido lugar el 90% del crecimiento de los ramos.
Además algunos frutos como los cítricos, al recuperarse de un déficit hídrico
temporal, experimentan un crecimiento compensatorio que les permite alcanzar un
tamaño similar al de los frutos que no han experimentado déficits hídricos (Chalmers et
al. 1985; Cohen y Goell, 1984). Además estos últimos autores indican que los frutos
cítricos son capaces de acumular materia seca de forma claramente detectable durante
los periodos de déficit hídrico, que parece quedar disponible para facilitar el crecimiento
compensatorio del fruto tras la reanudación del riego. De hecho, la técnica de RDC
surge a partir de los primeros trabajos de Chalmers et al. (1981), donde se pretendía
controlar el exceso de vigor en plantaciones frutales sin que la producción se viera
afectada negativamente.
Características del suelo:
Resulta también conveniente evaluar el factor suelo de cara a la aplicación de
técnicas de RDC. Chalmers (1990) indicó que suelos poco profundos con baja
capacidad de retención de agua resultan convenientes, así como volúmenes reducidos de
suelo humectado, ya que permite una alta concentración de raíces. En estas condiciones
descritas se permite tanto el agotamiento de agua como la recarga rápida y precisa.
Una experiencia que refuerza este argumento propuesto por Chalmers (1990)
es la que tuvo lugar en California por Girona et al. (1993). Estos ensayos se realizaron
durante dos años bajo condiciones de suelo profundo con alta capacidad de
almacenamiento de agua. El cultivo en cuestión era el melocotonero (variedades
“Spring Lady y “Cal Red”). Se aplicaron dos tratamientos de riego, uno era el control,
regado al 100% de las necesidades hídricas todo el año, el otro tratamiento consistía en
regar al 25% durante las fases I y II del crecimiento del fruto y el período postcosecha,
aplicando el 100%-130% de la ETc durante la fase III de crecimiento del fruto.
Los resultados obtenidos mostraron una reducción del crecimiento anual del
perímetro del tronco en el tratamiento de RDC pero éste sólo fue de un 7% respecto al
56

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tratamiento control. Estas mínimas diferencias, al ser comparadas con las importantes
reducciones
encontradas en los ensayos de Australia realizados por Mitchell y
Chalmers en 1982 pueden ser debidas a que el estrés se desarrolló de manera muy lenta
en el tratamiento deficitario debido a que el suelo tardó mucho tiempo en descargar la
humedad a causa de su alto poder de retención. Por otra parte, tras la reanudación del
riego durante la fase III, la recarga de agua fue igualmente lenta, provocando una
disminución en el crecimiento del fruto, obteniéndose calibres inferiores a los del
tratamiento control. El contenido de humedad del suelo fue controlado a través de
determinaciones volumétricas de agua en éste.
Otro aspecto a considerar bajo estas circunstancias, es controlar el crecimiento
radical durante los períodos de déficit hídrico. Muchos ensayos deben tener en cuenta
también esta consideración. Chalmers y Van Den Ende (1975) observaron en
melocotonero que al relentizar el desarrollo radical, se ve limitado el desarrollo
vegetativo y se favorece el crecimiento del fruto, ya que de esta manera se facilita la
canalización de sustancias elaboradas en la fotosíntesis hacia los frutos.

Sistema de riego:

Por motivos señalados en el apartado anterior, parece lógico que el sistema de
riego ideal para la aplicación de estrategias de RDC es el riego localizado, el cual nos
permite aplicar volúmenes reducidos de agua en el suelo, y el bulbo húmedo en cuestión
podrá en todo momento cargarse y descargarse con relativa facilidad.

Climatología:

El clima es otro factor que influye en la aplicación de estrategias de este tipo en
el sentido de que éstas suelen ir encaminadas, entre otras cosas, a programar situaciones
de estrés hídrico en determinados momentos del ciclo de un cultivo, por lo que la
presencia de lluvias puede ser un aspecto negativo en la consecución de este fin. Por
ello, resultan ventajosos climas con baja pluviometría. Investigadores han planteado este
problema y han enunciado que en climas donde sean frecuentes las lluvias resulta

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conveniente suprimir los aportes hídricos en aquellos períodos donde queramos limitar
el desarrollo vegetativo, de tal manera que podamos asegurarnos un tiempo suficiente
de déficit hídrico e inducir de esta forma el efecto deseado.

Resistencia a la sequía:

Otra cuestión a valorar es la adaptación que pueden presentar los diversos
cultivos a condiciones de déficit hídrico. Este tema ha sido objeto de muchas
investigaciones orientadas a descubrir cuáles son aquellos mecanismos que las plantas
desarrollan para resistir estas situaciones de estrés hídrico. Aunque la mayoría de estos
trabajos han sido desarrollados en cultivos anuales, lo cual supone una dificultad a la
hora de extrapolar los resultados a especies leñosas, podemos decir que a nivel de hoja
los mecanismos de adaptación son muy parecidos tanto en un tipo de cultivo como en
otros.
Uno de los primeros mecanismos de adaptación observados en las especies
arbóreas es la capacidad de absorber el agua desde los horizontes profundos
(Syverstsen, 1985).

1.4.4 Manejo del riego deficitario controlado.

Las tres fases de crecimiento del fruto en el que se aplica RDC son las
siguientes:

Tabla 1-5. Estados fenológicos generales en la evolución del fruto
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Hay que tener en cuenta que estos datos son genéricos y pueden variar
dependiendo de la zona donde crezcan los árboles y de su variedad.
Los resultados obtenidos en diferentes experiencias realizadas por González-
Altozano y J. R. Castel en 2000-2003 (Riego deficitario controlado en “Clementina de
Nules”, publicado en la revista Spanish Journal of Agricultural Research) en
mandarinos ponen de manifiesto las grandes diferencias de sensibilidad al estrés hídrico
dependiendo de la fase fenológica en que éste ocurra. Así, el periodo más crítico y por
tanto el menos aconsejable para reducir el aporte de agua de riego, fue la
primavera, durante la fase de floración y cuajado, dado que pequeñas diferencia de
potencial en la hoja respecto del control, reducen drásticamente la producción por
aumento de la caída de frutos al reanudar el riego a dosis normales. Además se origina
una sobreproducción de brotes florales en la brotación de verano que da lugar a frutos
tardíos carentes de valor comercial. El riego deficitario a final de verano-otoño
reduce el tamaño de los frutos y provoca la aparición de clareta en una proporción
importante de los mismos. Ambos efectos reducen el valor comercial del fruto. En
cambio, el RDC durante la fase de crecimiento inicial del fruto (pleno verano),
permite un ahorro de agua de hasta el 22% sin afectar a la producción, ni al tamaño
del fruto, ni a la calidad del mismo siempre y cuando no se sobrepase un valor umbral
en el potencial hídrico de la hoja al amanecer en torno a -1,2MPa, pues los frutos
muestran un crecimiento compensatorio posteriormente, tras el inicio del riego a dosis
del 100%.
Hay que resaltar que tras varios años de uso de RDC, los árboles tienden a
desarrollar mecanismos de adaptación al mismo.
El siguiente cuadro con sus respectivos gráficos ilustran la experiencia de RDC
llevada a cabo por P. González – Altozano y J. R. Castel. Se llevaron a cabo diferentes
estrategias de RDC en mandarinos de la variedad Clementina de Nules.
1. Reducción del aporte de agua al 25% durante el mes de julio.
2. Reducción del aporte de agua al 50% durante el mes de julio.
3. Reducción del aporte de agua al 50% durante los meses de julio y agosto.
4. Reducción del aporte de agua al 75% durante los meses de julio y agosto.
5. Reducción del aporte de agua al 50% desde agosto a octubre.
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6. Reducción del aporte de agua al 75% desde agosto a octubre.
7. Reducción del aporte de agua al 50% durante todo el año.

Tabla 1-6 Comparativa de tratamientos de RDC

Fuente: Elaboración propia en base a los estudios de González-Altozano y Castel
Figura 1-15 Riego aplicado y ahorro de agua con RDC
Fuente: Elaboración propia en base a los estudios de González-Altozano y Castel

60
5000
4500
4000
3500
3000
2500
2000
1500
1000
500
0
Control 25% – J 50% – J 50% –
J+A
J+A
O
O
75%- 50% – A-75% – J- 50% –
año
60
50
40
30
20
10
0
Riego (m3/ha)
Ahorro de agua (%)

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Figura 1-16 Riego aplicado y producción con RDC
Fuente: Elaboración propia en base a los estudios de González-Altozano y Castel

1.5 El agua en el suelo

1.5.1 Medida de la humedad en el suelo.

Existen actualmente diversos métodos para medir el contenido de agua en el
suelo, todos ellos tienen sus ventajas y sus inconvenientes. El método gravimétrico es
simple y de coste reducido, sin embargo es un método destructivo. El uso de
tensiómetros presenta facilidad en su manejo, determina el momento óptimo de riego y
con él pueden observarse fluctuaciones en la capa freática pero sólo es capaz de medir
un potencial mátrico de -0,85 atmósferas, no mide potencial osmótico y la respuesta que
se puede obtener de ellos está retrasada. Otros métodos más avanzados son la medida de
dispersión de neutrones, con el cual pueden hacerse medidas rápidas en una porción
considerable del suelo con una alta precisión. Aunque no es un método válido para
suelos orgánicos, no es capaz de efectuar mediciones cerca de la superficie del suelo, es
un instrumento con un elevado coste y además presenta peligro de radioactividad. El

61
5000
4500
4000
3500
3000
2500
2000
1500
1000
500
0
Control 25% – J 50% – J 50% –
J+A
J+A
O
O
75%- 50% – A-75% – J- 50% –
año
80
70
60
50
40
30
20
10
0
Riego (m3/ha)
Producción (kg/árbol)

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método TDR (Time Domain Reflectometry) puede medir en continuo y es bastante
preciso, sin embargo es complicado efectuar mediciones profundas ya que es necesario
excavar trincheras para colocar los electrodos.
El sensor FDR ha sido el utilizado para efectuar las mediciones de humedad del
suelo en este estudio. Este se basa en la medición de la constante dieléctrica para
determinar el contenido de agua del suelo, midiendo el tiempo de carga de un
condensador que utiliza el suelo como medio dieléctrico (Zúñiga, C.L. 2004). Este
método presenta varias ventajas, tales como su capacidad de medir en continuo, su
rapidez y precisión en las mediciones y su precio relativamente bajo. Aunque también
tiene ciertos inconvenientes: Es necesario calibrar el equipo para cada tipo de suelo a
explorar y las medidas pueden resultar distorsionadas en suelos salinos.
El método FDR incluye el suelo como parte de un condensador, de tal forma que
midiendo su capacitancia se obtiene la constante dieléctrica del suelo, y por tanto, su
contenido de agua. El condensador usualmente tiene la forma de un cilindro que
contiene además del circuito electrónico, dos bandas metálicas separadas una distancia
de 5 a 8 cm. El campo eléctrico que se forma es aproximadamente un 50% más grande
que la distancia entre electrodos. Estos sensores fueron diseñados para ser enterrados
directamente a la profundidad deseada en el suelo, o insertados dentro de un tubo de
PVC. (Zúñiga, C.L. 2004)
La capacitancia es por consiguiente la medida de la capacidad de
almacenamiento de la carga eléctrica y está definida como la cantidad de carga
almacenada por unidad de diferencia de potencial aplicada, matemáticamente:
C = Q·V-1
Donde Q es la cantidad de carga almacenada, V el voltaje o diferencia de
potencial aplicado y C la capacitancia medida en Faraday. Para un condensador de placa
paralela, la capacitancia es una función de la constante dieléctrica del medio entre las
placas y se puede calcular a través de:
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C = K·A·S-1
Donde A es el área de las placas y S es la separación entre las placas. Dado que
A y S son valores fijos, el tiempo de carga del condensador es una función lineal
(idealmente) de la constante dieléctrica del medio (K) que lo rodea y ésta presenta una
relación directa con el contenido de agua del suelo. La constante dieléctrica del agua
pura a 20°C y a presión atmosférica es de 80,4, la de los sólidos del suelo es de 3 a 7 y
la del aire es 1 (Paltineanu y Starr, 1997). Topp et al (1980) a través de experimentos de
laboratorio determinaron de manera empírica la relación entre la constante dieléctrica
del suelo y su contenido volumétrico de agua. (Zúñiga, C.L. 2004)
Con frecuencia los sensores de capacitancia o FDR son confundidos con los
sistemas Time Domain Reflectometry o TDR, ya que ambos miden la constante
dieléctrica del suelo, pero la forma de hacerlo es distinta. Como se señaló anteriormente,
el sistema FDR mide el tiempo de carga de un condensador y esto es función de la
constante dieléctrica del suelo que rodea al condensador, en cambio, el sistema TDR
determina la constante dieléctrica de un medio, midiendo el tiempo que demora una
onda electromagnética en propagarse por una línea de transmisión, el tiempo que
demora es función de la constante dieléctrica del medio que rodea la línea de
transmisión. La frecuencia a la que trabajan los equipos FDR es entre 1 MHz y 100
MHz y los TDR a frecuencias mayores, entre 1 MHz y 1 GHz, lo que hace a estos
últimos menos sensibles a la salinidad. Otras diferencias son: El tiempo requerido por
los FDR para tomar una lectura es mucho menor que el necesitado por el equipo TDR,
las mediciones en los equipos FDR son realizadas fácilmente con circuitos estándar.
Todo esto hace que los sensores FDR sean mucho más baratos y simples de usar que los
equipos TDR. Dado que los primeros son algo más sensibles a la salinidad y la
temperatura, en suelos con alta conductividad eléctrica se requiere una calibración
especial del equipo. También se ha demostrado que la textura del suelo en el que se
efectúa la medición hace variar la lectura del sensor. (Zúñiga, C.L. 2004)
1.5.2 El agua contenida en el suelo
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El suelo proporciona un soporte mecánico a las plantas y además en él se
almacena agua y oxígeno que junto con los elementos nutritivos que contiene
(minerales, materia orgánica) y microorganismos, constituye la base fundamental para
el desarrollo de las plantas. El suelo está constituido por tres fases: sólida, líquida y
gaseosa. La primera está constituida de partículas minerales y orgánicas y ocupa un
volumen Vs, mientras que los poros del suelo (Vp) están ocupados por la fase líquida
(Vw) y la gaseosa (Va). El volumen total del suelo (Vt) es el volumen aparente que
ocupa en condiciones de campo.

El agua está presente en el suelo de cuatro maneras diferentes:
?

?

?

?
Agua combinada químicamente.- Es el agua de hidratación. No se considera al
estudiar las propiedades físicas del suelo. No se elimina desecando en la estufa a
tª de ebullición y no puede ser absorbida por las plantas.
Agua higroscópica.- Agua fuertemente retenida en el suelo y no puede ser
absorbida por la vegetación. Es el agua que se elimina tras haber desecado el
suelo a tª ambiente elevada o a 105ºC en estufa ( Supone el 2-3% sobre el peso
seco).
Agua capilar.- Ocupa los espacios capilares del suelo. Se elimina desecando al
aire. Es el agua que utilizan las plantas, pero no toda, sólo la que está en los
poros de tamaño comprendido entre 0,2 y 0,8 micras (para poros

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